Los abscesos en los perros son bolsas de pus en alguna parte del cuerpo, normalmente en la piel, la boca, entre los dedos de los pies o dentro de la cavidad corporal. Existen muchos tipos de abscesos en perros, y pueden ser desde pequeños y superficiales hasta grandes y peligrosos.
Suelen aparecer en los perros como puntos de hinchazón repentina y dolorosa que pueden ser firmes al tacto o blandos y gelatinosos. Sin embargo, otros se forman interna o profundamente en el tejido y no aparecen en el exterior de la piel. Los abscesos también pueden romperse y dejar escapar un líquido maloliente lleno de pus.
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Si observa signos de un absceso en su perro, debe consultar a su veterinario para que le haga un diagnóstico y le ponga un tratamiento. Esto es lo que debe saber sobre las causas, los síntomas y el tratamiento de los abscesos en los perros.
Causas de los abscesos
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Los abscesos tienen muchas causas potenciales, pero suelen formarse cuando una herida se infecta con bacterias. Los abscesos se forman en respuesta a estas bacterias cuando una herida no recibe tratamiento.
La Pasteurella multocida es la bacteria que con más frecuencia causa infecciones cutáneas en los perros. El Staphylococcus intermedius es otra bacteria que causa abscesos, y suele poder tratarse con pomadas.
Entre las heridas que suelen infectarse con bacterias que provocan abscesos se incluyen las heridas en la boca provocadas por objetos afilados, las mordeduras de otros animales y los pelos encarnados.
Ciertas razas tienen predisposición a desarrollar abscesos. Entre ellas se encuentran el Shar-Pei chino, el Bulldog inglés y el Labrador Retriever, todos ellos con pelos cortos y rígidos que pueden introducirse en los folículos pilosos e infectarse, dando lugar a abscesos entre los dedos de los pies.
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Los perros que viven al aire libre también son más susceptibles a los abscesos.
Las lesiones cutáneas, bucales y pulmonares son más frecuentes en los perros de competición o que viven al aire libre porque tienen más oportunidades de entrar en contacto con objetos afilados y sucios o de tragar o inhalar las briznas de hierba, que son semillas afiladas que pueden clavarse en los tejidos.
Los perros que no han sido castrados o esterilizados también tienden a desarrollar abscesos porque son más propensos a pelearse con otros animales y sufrir heridas por mordeduras. Además, los perros macho de edad avanzada que no han sido castrados corren un mayor riesgo de padecer enfermedades de la próstata, que pueden provocar abscesos prostáticos, y las hembras de edad avanzada que no han sido esterilizadas corren un mayor riesgo de sufrir infecciones de la glándula mamaria que pueden provocar abscesos.
Otras causas son los sacos anales impactados, las infecciones de la sangre que provocan abscesos hepáticos, los daños en los dientes que pueden causar abscesos radiculares y las infecciones de oído, senos paranasales o boca que pueden causar abscesos cerebrales.
Casi cualquier herida, por pequeña que sea, puede infectarse y causar un absceso en el organismo.
Síntomas de los abscesos
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Hay muchos síntomas potenciales que pueden aparecer con un absceso. Su veterinario podrá tomar una muestra y realizar un análisis de sangre para determinar qué tipo de infección bacteriana lo está causando y si esa infección se ha trasladado al torrente sanguíneo.
He aquí algunos signos de un absceso a los que debe prestar atención:
- Dolor, inflamación, hinchazón y enrojecimiento en el lugar.
- Calor procedente del lugar
- Pérdida de apetito
- Fiebre
- Letargo
- Lamido o masticación excesiva del lugar
- Pérdida de pelo en el lugar
- Sangrado o supuración alrededor de la herida
- Piel negra o con olor pútrido (cuando no se trata)
Pueden aparecer otros signos específicos en función de la localización de la infección.
Un perro con una herida de los sacos anales infectados, por ejemplo, podría mover el trasero en el suelo. Un perro con un absceso pulmonar podría mostrar signos como tos o dificultad para respirar.
Los abscesos internos son difíciles de diagnosticar sin pruebas e instrumentos veterinarios, y pueden dar lugar a pocos signos externos, o ninguno.
Tratamiento de los abscesos
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La mayoría de los abscesos externos pueden ser tratados por un veterinario como un procedimiento fácil y ambulatorio. Este tratamiento suele incluir la punción del absceso para su correcto drenaje o su extirpación quirúrgica.
Ocasionalmente será necesaria la anestesia. Los antibióticos son imprescindibles para ayudar a combatir y prevenir nuevas infecciones.
También pueden recetarse antiinflamatorios para reducir la inflamación. El lugar del absceso debe vigilarse para garantizar una cicatrización adecuada, y es probable que más adelante sea necesario un examen veterinario de seguimiento.
El veterinario puede recomendarle un collar isabelino o vendas para evitar que el animal se lama y mastique. También es posible que desee utilizar pomadas o soluciones tópicas para futuros problemas cutáneos con el fin de prevenir infecciones.
Para algunos abscesos, su veterinario puede utilizar un tratamiento más específico.
Los abscesos de la raíz del diente, por ejemplo, pueden tratarse extrayendo el diente afectado o realizando una endodoncia. Los abscesos pulmonares, hepáticos y pancreáticos pueden requerir cirugía. Los sacos anales infectados también pueden extirparse quirúrgicamente.
Los veterinarios pueden extirpar la mayoría de los abscesos sin mayores complicaciones, aunque los abscesos internos que se rompen pueden propagar las bacterias a otros órganos y partes del cuerpo. Por eso es importante tratar los abscesos de forma rápida y exhaustiva.